Según John Meyer, psicólogo de la universidad de new Hampshire junto a Peter Salovey, son quienes formularon la teoría de la inteligencia emocional, la consciencia de uno mismo puede ser una atención a estados más internos que no provoquen reacción ni juicio. En resumen, consciencia de uno mismo significa ser consciente de nuestro humor y también de nuestras ideas sobre el humor, reconocer un humor desagradable es sentir el deseo el de superarlo, este reconocimiento, sin embargo, se distingue de los esfuerzos que hacemos para actuar movidos por un impulso emocional. Y este posee un efecto más poderoso sobre los sentimientos intensos y de aversión, la compresión de que esto que siento es un impulso y gestionarlo a tiempo para tomar actitudes diferentes, y saber en qué momento, en que circunstancia expresar dicho sentimiento da un efecto de libertad; no solo la posibilidad de no actuar sobre ellos, si no la posibilidad añadida de tratar de liberarse de ellos.
Mayer opina que la gente suele adoptar estilos característicos para responder y enfrentarse a sus emociones.
Consciencia de sí mismo: Tienen mayor claridad y consciencia de sus propias emociones, poseen una buena salud psicológica y suelen tener una visión positiva de la vida, en resumen, su autocuidado les ayuda a manejar sus emociones.
Sumergido: Son personas que a menudo se sienten prisioneras en sus propias emociones e incapaces de liberarse de ellas, son volubles y no muy conscientes de ello. Se sienten abrumadas y emocionalmente descontroladas.
Aceptador: Estas personas son claras respecto a lo que sienten, también tienen tendencia a aceptar sus humores, y no tratan de cambiarlos este rasgo se encuentra entre personas depresivas que están resignadas a su desesperación.
Además de aprender a reconocer y regular tus propias emociones, también puede ser útil desarrollar la empatía y las habilidades sociales. Esto puede hacerse trabajando la escucha activa e intentando comprender y dar sentido a las emociones y perspectivas de los demás. También puede ser útil practicar las habilidades de negociación y resolución de problemas para mejorar la comunicación y la conexión con los demás.
Hay varias formas de aumentar nuestra inteligencia emocional. Una de las estrategias más eficaces es practicar el autoconocimiento de uno mismo, teniendo plena consciencia en la capacidad de prestar atención a nuestros pensamientos y sentimientos en el momento presente, sin juzgarlos. Nos ayuda a ser conscientes de nuestras propias emociones y a comprender mejor cómo influyen en nuestro comportamiento. Cuando somos capaces de comprender y expresar nuestros sentimientos, estamos mejor preparados para conectar con los demás y construir relaciones sólidas y de apoyo. Esto nos ayuda en nuestra vida personal y profesional, ya que somos más capaces de comunicarnos, colaborar y adaptarnos a situaciones difíciles de forma sana y productiva.
En conclusión y no hacerles muy largo el tema, es bastante extenso, entendemos que la inteligencia emocional es una poderosa herramienta para el éxito personal y profesional. Nos permite comprender y gestionar nuestras propias emociones y las de los demás, lo que conduce a mejores relaciones y mejores resultados. Practicando la atención plena, la escucha activa y la empatía con uno mismo, el autoconocimiento de nuestro cuerpo y de los diferentes factores estresantes que nos podría sacar de nuestra orbita de pasividad, podríamos aumentar nuestra inteligencia emocional y estar mejor equipados para afrontar los numerosos retos que nos plantea la vida.
Mis corazones, me despido con un abrazo de amor y luz.