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Vacío existencial.

Quiero empezar esta entrada preguntándoles: ¿qué sentido tiene la vida para ti? Porque en algún momento de la vida, muchos de nosotros enfrentamos una sensación profunda de vacío, una especie de desconexión con nosotros mismos y con el mundo que nos rodea. Este fenómeno no tiene ninguna distinción de edad, origen, estratos sociales, estudios académicos, posesiones o posición laboral, y nos puede tocar a todos en algún momento de nuestra vida. Nos han hecho ver la vida con algún valor desde las posesiones, carros, casas, lujos. ¿Cuántos de nosotros, o en la mayoría de los hogares, resuena algo como «estudia para que seas alguien en la vida»? Desde pequeños, la sociedad nos impone la grandeza y el éxito como algo exterior, algo que se va construyendo con esfuerzo.

(Quiero hacer un paréntesis y contarles una parte de mi historia en énfasis a esto. Cuando yo tenía 15 años, me daba pavor llegar a los 18 porque la mayoría de la gente me decía que después de cumplir los 18 debía tener un trabajo estable, un lugar donde vivir, y empezar una carrera universitaria. Y yo, una joven apenas terminando el colegio, me angustiaba pensar en ese momento. Cuando cumplí los 18 años, me diagnosticaron depresión silenciosa. Llegó a un punto donde la psiquiatra me medicó, y en varias sesiones de terapia llegamos a la conclusión de que estaba colapsada, llena de preocupación, desesperación, y angustia por no tener nada resuelto. No tenía un trabajo estable, ni el inicio de una carrera, ni mucho menos una vivienda estable. Me sentía vacía y opté por lo que supuestamente era más fácil: casarme. Para resumir la historia, esa experiencia me trajo muchas enseñanzas, y una de ellas fue encontrarme a mí misma y saber que eso no era lo que realmente quería. Me abrió las alas para buscar mi camino).

Agradezco infinitamente esa etapa de mi vida, pero con los ojos que lo veo hoy, me doy cuenta de que solo huía de mí misma, porque a donde iba seguía llevando los mismos patrones. Hasta que entendí que todo viene de adentro hacia afuera: si me siento vacía por dentro, nada de lo que hay afuera podrá llenar el vacío existencial. Solo si nos encontramos podremos disfrutar más a gusto las comodidades que el mundo nos ofrece.

¿A qué voy con todo esto? Que cuando llegamos a un punto de nuestra vida adulta, vemos que hay gente que tiene todo resuelto y nosotros no. Esto genera mucha ansiedad, frustración y vacío, y nos lleva a tomar un camino que no queremos: casarnos a destiempo, un marido que me mantenga aunque no nos entendamos y no me llene, escoger un trabajo que no nos gusta o una carrera que no disfrutamos «porque es la que sí va a dar dinero», según la gente. Y todo eso para agradar o ser aceptados por las personas que queremos. Entonces buscamos una justificación de lo que hacemos para cumplir un rol, olvidando realmente quiénes somos. A veces, cuando nos damos cuenta, puede ser demasiado tarde: o están al borde de la muerte o le han entregado todas sus fuerzas a cumplir los sueños de sus hijos o de los demás, olvidándose de los propios, sin pensar que tal vez están actuando desde sus propios miedos, carencias o insuficiencias. Como yo no pude cumplir mis sueños, que los cumplan mis hijos. A menudo, este vacío se siente como un hueco en el alma, una ausencia de algo esencial que no podemos identificar claramente.

La buena noticia es que podemos hacer conciencia y preguntarnos desde la honestidad y lo genuino: ¿en qué punto de la vida estoy? ¿Quién soy? ¿Para dónde voy? Este es el gran desafío: no tener respuestas de sí mismo, empezar a buscar adentro lo que falta afuera. Esa carencia, insuficiencia, esa decisión de encontrar adentro de ti lo que te falta es netamente tuya. También se vale buscar ayuda si es necesario, entablar una relación contigo mismo de lo que realmente quieres. Morir a la imagen que los demás han proyectado. Muchas veces vemos médicos que estudiaron medicina porque los padres les dijeron que era la carrera del futuro, pero en realidad querían ser mochileros. Al otro lado del miedo hay un mundo de posibilidades, creación e imaginación donde todos cabemos, siendo congruentes con lo que realmente somos, sentimos y nos hace bien. La incomodidad de decir «tengo que salir de donde estoy» y tener la valentía de escuchar esa voz, la recompensa es muy grande: nos hace romper con la costumbre, «la seguridad» que está basada en miedo de no poder, de que no te acepten, será la mejor muestra de amor propio que puedes hacer.

Sé que todo esto puede verse muy bonito y todo, pero en una sociedad que te impone ir al ritmo de todos, donde piden llevar un ciclo ya establecido de crecer, estudiar, tener una carrera universitaria, trabajar, casarse, comprar una casa, tener hijos, darles estudio y mueres, si no llevas ese orden dicen que estás quedando. No solo vinimos a este mundo a seguir esos parámetros que, por cierto, han sido impuestos. Vinimos a vivir, a que este camino que se llama vida sea significativo, teniendo consciencia y despertando de la matriz que llevamos cargando por décadas, sin prejuicios, juicios ni miedos. Tendremos verdadero albedrío cuando podamos elegir realmente quiénes somos y quiénes queremos realmente ser desde la grandeza que ya tenemos por naturaleza.

El vacío existencial no tiene que ser un obstáculo insuperable. En lugar de verlo como una carencia, podemos considerarlo como un espacio para llenarlo con experiencias, relaciones y objetivos que realmente nos llenen. Así, convertimos el vacío en una oportunidad para vivir de manera más consciente y auténtica.

Gracias por acompañarme en esta reflexión. Espero que las ideas y herramientas compartidas aquí te sean útiles en tu propio viaje hacia una vida plena y significativa.

Un abrazo con rayito de luz!